Piensa en la frase del título. Puede que te resistas a creerlo, puede que te haga todo el sentido. No importa, sólo observa cuál es tu auténtica reacción.
Para mí esta frase ha traído mucha claridad pues me ha permitido entender que todo está relacionado, que todo tiene que ver con todo y que
nuestra sexualidad no está separada, de hecho, es un cimiento fundamental para ser felices.
Mi nombre es Ana Bolena, soy Colombiana-mexicana (en México soy “La Colombiana”, en Colombia soy “La Mexicana”) como sea que me veas, es un gusto escribir estas letras para compartirlas contigo.
La sexualidad es un motor importante en mi vida, no solo desde lo personal sino desde lo profesional.
Por el lado personal es un termómetro, he tenido que hacer mucho trabajo terapéutico para poder liberarme de abusos y traumas a través de mi vida que me han limitado, entonces entiendo perfectamente la frustración que se siente cuando tu vida sexual parece un pantano en vez de un río de agua fresca.
En lo profesional me he certificado como coach clínica de sexualidad entre varias otras enseñanzas que he recibido y trabajo desde un marco terapéutico con mujeres principalmente, y con procesos de sanación sexual de todo tipo.
Por eso, casi estoy segura de que esa frase por la que arranqué bien podría tener una respuesta en ti que te hablará de todo eso que reflejas allá afuera pero que comienza en la intimidad contigo misma.
¿Tiene sentido?
Piensa un segundo en cómo te presentas al sexo. Comencemos por ahí. Piensa cada cuánto tienes intimidad contigo misma y más importante aún, ¿qué tipo de encuentros tienes contigo misma?
¿Juegas conmigo? ¡Listo! Respóndete estas preguntas antes de continuar leyendo.
Las respuestas más comunes fluctúan entre nunca antes haber tenido encuentros sexuales íntimos personales, hasta que los encuentros tienden a ser “rapidines”; ya sabes, extiendes la mano a la mesa de noche, prendes el vibrador y te lo llevas al clítoris. Aprietas tus nalgas y buscas el orgasmo o tu máximo placer.
Listo. Chao. Feliz noche.
No está mal… pero… si cada que tengo un encuentro conmigo es un rapidín entonces no estoy teniendo intimidad conmigo, es decir, darme amor y placer de manera presente, sino que estoy yendo por el treat o el premio, un orgasmo.
¿Esto cómo se puede proyectar en tu vida?
Puede que no estés muy conectada con las experiencias o los procesos; puede que estés muy enfocada en las metas, en los “premios” o los perks, pero ¿te estás gozando el camino? ¿te está pareciendo tremendo-ride o quieres pasar rápido por ahí porque no-está-tan-cool.
El hecho de disfrutar el juego previo, por ejemplo, es una muestra de que te gozas las pequeñas cosas de la vida.
El hecho de querer terminar un encuentro sexual cuando apenas has comenzado es que estás queriendo “llegar” demasiado pronto.
En este ejemplo que te puse, el juego previo puede ser un buen ejercicio para ti no solo en la cama sino en tu vida.
Permítete disfrutar del juego previo y esfuérzate por estar presente y sacarle jugo a lo que sientes en cada momento.
Verás que poco a poco será más fácil para ti estar más presente durante una jornada sexual extendida y placentera así como durante los procesos que requieren tus sueños hacia la compleción.
Si tienes un trauma sexual te vas a sentir insegura en la vida, vulnerable en este mundo y con necesidad de estar alerta. Si tú te presentas así a la vida, entonces vas a reflejar eso en todo lo que haces: en tu trabajo por ejemplo, en tus relaciones.
Cuando vives desde el miedo, desde el trauma, desde la falta de merecimiento, entonces así te manifiestas en tu vida y la sexualidad es una de las áreas en donde tenemos más taras, traumas, miedos, creencias limitantes, programaciones pésimas del sistema patriarcal etc, etc, etc.
Entonces
¿Cómo te presentas a la vida y al sexo? O mejor aún, ¿Cómo te gustaría presentarte a la vida y al sexo? ¿Con libertad? ¿Sin prejuicios? ¿Con seguridad en tu cuerpo? ¿Con confianza en tus capacidades? ¿Con merecimiento de placer en tus resultados?
Ahora sí, ya has hecho tu reflexión y a lo mejor has descubierto algo que es nuevo o que no habías visto como tal.
Yo estoy convencida de que la consciencia es el primer paso para sanar. Si no sabes qué te duele ¿cómo comienzas a tratarlo? Si ya sabes que lo que te duele es el amor propio, pues estarás más consciente de ahora en adelante.
Para presentarte mejor a la vida y al sexo debes amarte profundamente. Si tienes ese ingrediente, te aseguro que tienes todo para ganar.
El amor propio no es algo que alcancen todas las personas, curiosamente es bastante difícil amarse mucho pues nos han enseñado que eso es egoísta, entonces el proceso de amarte no solamente es comenzar a amarte sino deshacer las ideas que tienes sobre el amor propio.
Si no hay amor propio no habrá decisiones que vayan en tu más elevado bien, pues la carencia siempre te llevará a manifestar frustración. Lo mismo pasa en el sexo,
si nos presentamos a nuestra sexualidad sin amor propio permitiremos escenarios o situaciones que nos dañen y nos confirmen que este mundo es, en efecto, inseguro para relacionarse.
Todo lo que necesita el ego para re-convencerte de sus “perspectivas” es un poco de tu falta de certeza: Si dudas de que tu cuerpo es perfecto, verás que cuando menos te das cuenta, el ego te muestra por qué esa perspectiva es “correcta”, aunque no lo sea. La sexualidad libre y feliz está bien alejada de los miedos del ego, de los prejuicios del ego colectivo y de la mayoría de las ideas preestablecidas que tenemos del sexo.
Así que para que haya coherencia en la vida como en la sexualidad, lo primero es conectar con esa fuente de amor interno que nos lleve a honrar nuestro cuerpo, a respetar nuestra vida, a sentirnos merecedoras y abundantes en amor porque si nos sentimos así entonces crearemos desde un lugar de bienestar.
Deja ir todas las relaciones en las que no te sientas valorada, no porque “no te valoren” sino porque probablemente fuiste tú misma la que no se valoró en un inicio y decidió acampar allí. Nunca es tarde para darnos amor del bueno y eso incluye dejar ir. Piensa en todas tus relaciones: las familiares, las de trabajo, las amistades y cura tu alrededor con amor para ti.
Es en ese punto en donde la vida cotidiana y la sexualidad se miran de frente reflejándose la una a la otra, hablando de tus limitantes o tus puntos de expansión y hablando de tus miedos o tus momentos de rendición.