Mucho se ha hablado de la relación música-moda. Muchos íconos de la música también lo son de la moda, como es el caso de Sex Pistols, Guns N’ Roses, Kurt Cobain, Amy Winehouse, Jay-Z, Beyoncé y las princesas pop de los 90’s que marcaron tendencia y crearon esa estética tan deseada de la década de finales del siglo pasado.
La década de los 70’s estuvo plagada de un montón de estrellas de rock y pop que crecían y enceguecían con su brillo y estridencia a la multitud de fans que se amontonaban en cada una de sus salidas. El caso de David Bowie y Freddie Mercury no era la excepción. Bowie, en 1972 encarnó la imagen de Ziggy Stardust, que en su particular estética era lo más parecido a la de un alienígena.
Bowie, quien con su mirada de dos colores producto de un accidente, se hizo con la bandera de los diferentes y se convirtió en la inspiración para diseñadores de las grandes casas de moda,

como en el caso de su muy afamada chaqueta americana de rayas brillantes que Ricardo Tisci replicó con exceso de lentejuelas para Givenchy.
David Bowie no sólo era una estrella de Rock, también era ícono de moda y de la comunidad LGBTI+, situación que se hizo más evidente cuando se declaró abiertamente bisexual, pero a nosotros su identidad sexual no nos importa. Él, el ícono de músicos, diseñadores y de los marginados, de los que en el mundo de la moda no habían suficientes y siempre buscaron más.
Bowie no sólo jugaba con su ropa y con su particular estilo, él también le agregaba a su ya andrógina apariencia un maquillaje a juego que le permitía ser lo que quisiera, y eso fue justo lo que lo convirtió en un ícono de la moda. Ser desde Rockstar setentero hasta un alienígena delgado capaz de pacificar la humanidad, desde un Aladdin sane rebelde hasta un Dandy bastante tranquilo y reposado de los años 80’s.
No podemos hablar de David Bowie sin hablar de Freddie Mercury, no sólo porque juntos hacen de Under Pressure una de las mejores canciones de inicios de la década de los 80’s, sino por llenar esa década de todo el Glam posible, y de toda la estridencia y el brillo característico de estos dos grandes.
Freddie no sólo era un ícono por su maravillosa y singular voz, también rompió todos los estereotipos de género al aparecer vestido de mujer en el video de I Want To Break Free. El vocalista de Queen siempre sorprendía con sus puestas en escena y su estilo particular. Volvió insignia los zapatos Adidas, los Jeans Levi’s super ajustados que fueron su marca personal a finales de los 80’s junto con sus chaquetas de cuero que lo hacían no sólo un Rockstar sino un Sex Symbol. Freddie Mercury era todo eso, era el artista completo, no hay dudas de lo que representaba para la industria de la moda que a treinta años de su muerte aún celebra su huella y su estética.
Hedi Slimane, quien fuera el director creativo de Yves Saint Laurent en el periodo de 2012/2016, hizo una colección homenajeando no sólo el espíritu Rocker de la Maison sino también a Freddie, a sus apariciones con enterizos de bota ancha y lentejuelas que semejaban un arlequín. En sus primeras apariciones en las que llevaba el cabello largo, el frontman de Queen, se convertía en el icono de moda que todos esperaban y que muchos querrían imitar después, y que se hizo más fuerte con el Freddie de los 80’s, cuando se cortó el cabello e hizo de su bigote una firma, su firma, con chaquetas de corte militar y pantalones ajustados.
Freddie Mercury, que incendiaba todo con su voz y su apariencia, hizo que los roles de género en la industria de la música se rompieran de nuevo, así antes lo hubieran hecho los Rolling Stone en cabeza de Mick Jagger.

Freddie Mercury y David Bowie son la imagen de que la moda y la música siempre van de la mano, pues son artes al fin y al cabo.
Estas estrellas jamás serían lo que son sin sus excéntricas apariencias, sin sus performances visuales que hacían el complemento con sus voces inolvidables e innegable talento musical.
Freddie y David hicieron de sus vidas artísticas un reflejo de las décadas de los 70’s y 80’s, espacios de tiempo en que sus carreras brillaron como supernovas, y marcaron el camino para que hoy, casi 40 años después, fueran los íconos de moda más representativos de su época.