Llegó San Valentín, el día del amor, la fecha amada, ignorada u odiada de muchas personas según el estado de sus relaciones de pareja. En Colombia, es una fecha pasajera respecto a la celebración en otros países que innegablemente genera alguna emoción cuando enfocamos la energía en la pregunta: ¿Dónde vas a celebrar?
Pero esta fecha no inició con una historia de rosas rojas y chocolates. Dado que en resumen, un sacerdote católico llamado San Valentín estuvo en contra de la orden del emperador Claudio II, que prohibía los matrimonios de los soldados porque, según él, los hombres que permanecían solteros eran más fuertes.
Así, el emperador sentenció a muerte por decapitación a San Valentín el 14 de febrero del año 270 D.C, porque descubrió al sacerdote realizando matrimonios secretos a jóvenes enamorados. Paulatinamente, los obsequios y celebraciones conmemorando la valentía del sacerdote se masificaron y hoy es una reconocida celebración mundial.
Recuerdo hace un par de años. Cuando hacía los contenidos para una empresa, redacté un artículo contando mi camino personal en la soltería con el titular “Colorín colorado, el amor no ha reinado” con una importante repercusión en medios masivos de comunicación. El éxito en este tipo de contenidos, desde mi punto de vista, se debe principalmente a que cuando estamos solteras tenemos la oportunidad de estar con nosotras mismas, “estar soltera está de moda” cantamos a grito herido con Bad Bunny.
Sin embargo, en el extenso camino de la soltería, descubro magia en diferentes historias de amor sanadoras que producen una sonrisa. Una de ellas es de un amor colombo-italiano: se conocieron en un gimnasio de un hotel. Al inicio, los dos se imaginaron algo pasajero que terminó en un matrimonio en Italia a puertas de San Valentín.
Los amores a distancia funcionan siempre y cuando las dos personas tengan voluntad de encontrarse personalmente cada cierto tiempo, metas establecidas y objetivos similares.
En paralelo, he sido invitada a varias bodas desde hace dos años en las que he visto amores sanadores rodeados de gozo y felicidad y otras historias atadas a presión social, costumbre o un resultado inesperado.
Las historias de amor positivas sanan, inspiran y hacen de la vida algo mejor.
En mi caso, no dejo de ver muchas personas motivadas a unir sus vidas tras la pandemia al compartir y conocer las virtudes y defectos en el otro.
Los amores de toda la vida pueden funcionar, los que son sin un objetivo también. Invito a las personas Grinch de San Valentín a que celebremos nuestros procesos de crecimiento personal y resaltemos todas las historias bonitas de amor que nos rodean.