Una de las series que más he visto ha sido Sex and the City. Me encanta lo glamurosas que son estas mujeres con su ropa de alta costura y lo abiertas que son con su vida sexual y amorosa.
En la última temporada de la serie, Carrie se va a vivir a París para estar con su nuevo amor ruso, Aleks. Y si bien cuando comienzan su romance en Nueva York, Aleksandr se muestra como un tipo fuera de serie, una maravilla, todo cambia cuando se mudan a París, y él muestra un lado completamente nuevo. Ya no es el hombre atento, amoroso, caballeroso y romántico que Carrie conoció en Nueva York, sino que se vuelve una persona ensimismada, cuyo interés no recae en su relación, sino en su trabajo como artista y la exposición que lo trajo de vuelta a la ciudad de la luz.
Como era de esperarse, Carrie se cansa de esta situación y lo deja tirado. Pero antes de terminarle le dice lo siguiente:
“Bueno, tal vez ya sea hora de ser clara sobre quién soy. Soy una persona que está buscando el amor. El amor verdadero. Ridículo, inconveniente, apasionado, un amor en el que no se pueda vivir el uno sin el otro.”

Tal vez nunca logre entender el tipo de amor que Carrie buscaba, pero ese no es el amor que yo estoy experimentando en mi relación. Muchas veces le he preguntado a mi terapeuta
¿por qué no siento ese amor pasional que muestran en las series? ¿Por qué no siento ese apego emocional hacia mi esposo?
Aquel amor que Carrie describe como “el amor inconveniente y apasionante” …el del I can’t live without each other’s love. Y, casi siempre, me dice lo mismo: porque ese es el amor romántico que nos enseñaron y el que no sirve.
¿Y qué es el amor romántico?
Ojo, esta no es la descripción oficial del amor romántico, hay muchas, pero esta es la mía.
Para mí, el amor romántico es aquel donde tu pareja hace todo lo posible para que tú seas feliz. Sin esa persona no eres completa, es tu otra mitad, ambos locamente enamorados. Como un cuento de hadas donde todo es perfecto, sin tensión ni momentos awkward y con finales felices.

Ese no es el tipo de amor ni de relación que mi esposo y yo tenemos. Nosotros llevamos más o menos tres años de estar “juntos” y lo pongo entre comillas, porque al principio de nuestra relación estuvimos separados. Él en Bogotá y yo en Seattle, a miles de millas de distancia, dos o tres horas de diferencia horaria dependiendo de la época del año y casi 16 horas de vuelo con todo y escalas para lograr vernos.
En 2020 llegó la pandemia y, con ella, el cambio inesperado de planes. Estuvimos 11 meses separados debido a los cierres de fronteras. Cuando ya por fin abrieron y él pudo viajar, nos volvimos a reencontrar y al día siguiente de su llegada me pidió matrimonio. La idea era mudarme a Colombia y comenzar una vida juntos. ¡Así que en marzo del 2021 me mudé y todos felices! Ja, ja, ja…sí, cómo no.
Mucha paciencia, mucho amor, y terapia de parejas
Nuestro principio fue difícil. Yo traía conmigo mucha ansiedad de vivir en Bogotá, ya que había emigrado desde Colombia cuando tenía 12 años. Así que, aunque soy colombiana, pues no lo soy tanto, y no tenía ni idea de cómo funcionaban las cosas aquí. Aparte, no solo me mudé a un país nuevo, sino que me fui a vivir prácticamente con un desconocido porque cuando comenzamos a salir en Seattle fue poco antes de él mudarse a Bogotá, así que nuestra relación comenzó a larga distancia. Luego de varios meses de convivencia decidimos buscar ayuda profesional para facilitar la transición hacia nuestra nueva vida juntos, y también para que ambos aprendiéramos a comunicarnos efectivamente.
Recuerdo que cuando le conté a mi mamá que mi futuro esposo y yo estábamos yendo a terapia de parejas, me contestó: “Ay, pero llevan muy poco tiempo juntos para estar yendo a terapia.” Y la verdad creo que sí; la relación era joven, pero eso no implica que no podamos pedir ayuda para navegar tantos cambios y realizar ajustes dirigidos a mejorar nuestra convivencia. Me pregunto:
¿Pero por qué ir a terapia de parejas es percibido como algo malo o una señal de que las cosas andan mal? Creo que muchas relaciones no fracasarían si acudieran a terapia de parejas a tiempo.

¿Por qué es importante ir a terapias de pareja?
En el colegio no recibimos cátedra sobre el amor, ya sea hacia otros o hacia nosotros mismos. Para algunos, la única referencia que tenemos en este ámbito ha sido la cultura pop, y dudo que sea la representación más adecuada. Así que ir a terapia de parejas para que un profesional nos ayude a comprender lo que significa el amor en pareja y a solucionar nuestras diferencias de forma saludable no me parece descabellado. Al contrario, considero que es un espacio seguro en donde ambos podemos crecer individual y conjuntamente.
Una vez escuche decir por ahí: “crecer duele” y ¡vaya que sí! Porque requiere tener la mente abierta para aceptar nuestra vulnerabilidad y así buscar ayuda.
¿Y ahora qué sigue?
En estos días mi marido y yo estamos celebrando nuestro primer año de casados y el primer año con nuestro terapeuta de parejas. Aún quedan muchas cosas por desaprender, para luego aprenderlas de una mejor forma. Y como dicen por ahí, lo mejor está por venir.
2 comentarios en «Quiero una historia de amor de pelícu….real»
Me encantó.
Realmente tienes toda la razón.
Se tiene la idea que ir a terapia es cuando se está acabando la relación, por que no ir a cuando esta empezando y así asegurarse que la pareja se construye entre dos.
¡Gracias por leer Patri! Definitivamente necesitamos dejar el tabú y hablar más de la salud mental y terapia ♥️